La obra se adentra en las relaciones familiares de los TEPÁN, en la visita de los padres a la trinchera donde su hijo ZAPO, agazapado aguarda el momento idóneo para el ataque. Una trinchera que se convierte por veces en un campo de guerra, espacio asfixiante y otras en un merendero dominguero donde los TEPÁN devoran su PICNIC, mientras debaten sobre el belicismo y sus consecuencias. 

La contienda desde el prisma de los que la sufren y padecen, de los que realmente la hacen sin saber por qué, como siervos encadenados a un sistema al que poco o nada parecen importar. Arrabal da una pista tremenda: ¿Existe guerra sin soldados dispuestos a hacerla? 

A través del teatro y del absurdo, construye de una forma táctil y amena, la historia de unos seres que podrían ser tú mismo o yo, tus padres o los míos, individuos en definitiva, a los cuales les ha tocado vivir un capítulo de la historia que no han elegido y que desafortunadamente el hombre no ha conseguido superar, cayendo en desgracia una y otra vez. La guerra.